Decido ir al encuentro vocacional en Granada, en busca de un encuentro con Dios y de mi vocación. Al principio me imaginé como podría ser: una casa pequeña, con poca gente y un encuentro muy intenso. Cuando llegué a Granada, me recogió un estudiante y, más o menos, mis predicciones no me parecían que estuvieran muy alejadas. Sin embargo, cuando llegué a la casa, al ver la situación dije:” que sea lo que Dios quiera”. Me dejé llevar por Él y no salió mal: Un reencuentro con algunos amigos, una ayuda para conocer los procesos que tiene la búsqueda de la vocación, una experiencia totalmente distinta a cualquiera de las que había vivido antes y, sobretodo, única. La experiencia me gustó mucho y una de las cosas que más me gustaron fueron los estudiantes, novicios y ancianos misioneros que había allí: gente acogedora, que jugaban al fútbol, se reían, cantaban… Eran felices con una vida peculiar y única orientada a Dios.
Samuel Abelaira
Málaga
Hace unas semanas respondimos a la convocatoria de pasar tres días con la comunidad claretiana del Teologado de Granada, compartiendo su ritmo de vida y experimentando la alegría del resucitado. Nos incorporamos el viernes por la tarde y ya la noche la pasamos junto a los estudiantes y novicios, que nos contaron su origen e historia. La mañana siguiente estuvimos con los mayores, el grupo asistencial, que junto con los jóvenes, conviven también en la casa. Ellos nos contagiaron su alegría y nos dimos cuenta de que, a pesar de las dificultades, siguen sonriendo a la vida. También tuvimos tiempo para picarnos en un partido de fútbol con los jóvenes y dar una vuelta por la ciudad. El último día visitamos a gente que se siente sola, para darles compañía. Tras la eucaristía y un tiempo de oración, nos dieron una cálida despedida.
Así que solo nos queda dar gracias a todos por habernos tratado con tanto cariño , por haber podido vivir ese acercamiento tan real y sincero, por haber experimentado la alegría de la resurrección. Por todos los que se preparan para la vida misionera , tanto nuevos amigos como viejos conocidos. Y por ver a personas como el P. Casimiro disfrutando de la paz y tranquilidad de sentirse cuidado por su familia misionera, y que ahora sigue celebrando el gozo del resucitado al lado de Dios. Damos gracias a Dios, por este fin de semana y por todos vosotros.
Paco Fernández
Almendralejo