Os voy a contar un poco mi experiencia como Agente de Pastoral Juvenil.
El poder compartirla es algo muy gratificante y reconfortante.
Lo primero deciros es que soy de una pequeña ciudad llamada Almendralejo (Badajoz), nuestro “pueblo” como todos lo llamamos, eso hace que tenga por un lado un cierto número de actividades y por otro el conocer a las personas fuera del anonimato de las grandes ciudades.
¿Por qué os estoy escribiendo estas líneas? La respuesta es fácil:
He estudiado en un colegio religioso de Almendralejo llamado Santo Ángel, desde pequeña cuando los fines de semana asistía a misa siempre veía a un grupo de jóvenes que preparaban la eucaristía, realizaban diferentes actividades o ayudaban a otros; y me preguntaba el por qué yo no estaba allí. Éstas celebraciones se realizaban y se realizan en la iglesia del Corazón de Maria, para todos los almendralejenses “Los Padres”, que movilizan un gran número de chavales.
Cuando terminé mi formación en el colegio me marché fuera a estudiar. Al volver me encontré como muchos de mi edad, con más tiempo libre. Ese tiempo lo utilicé en completar mi formación y ayudar a los demás siendo voluntaria en varias Asociaciones. Comenté a unos amigos que tuvieran el mismo pensamiento que yo mio deseo de estar con este
grupo de jóvenes, colaborar y mantener una camino hacia la fe. Y gracias a ellos lo encontré.
Todo comenzó un verano: nos fuimos mi amiga y yo de campamento a Loja (Granada) casi sin conocer a nadie, sin saber que teníamos que hacer o si realmente estábamos capacitadas para ello. La experiencia durante estos días es indescriptible, el trato humano, el servicio, la entrega, el abandono en Él, el trabajar hacia el mismo objetivo… fue una aventura maravillosa. Es una actividad que requiere un gran esfuerzo pero es muy positiva. Cuando vuelves a casa sigues viviendo tu vida, pero con ganas de reservar más tiempo a Jesús que siempre esta ahí pase lo que pase.
Gracias a esta experiencia inicial he colaborado como APJ con jóvenes de 12 y 17 años, con éstos últimos hemos celebrado uno de los sacramentos más importantes en la vida del cristiano, la Confirmación. Ser preparadora me ha enriquecido enormemente.
Actualmente estoy trabajando fuera y la distancia no me deja participar como lo hacía antes, pero en mi continúa ese deseo de dar a otras personas mi tiempo y trabajo, transmitirles una fe o demostrarles que la religión se puede vivir desde la alegría y la diversión. Son muchas las actividades que realizamos y con las que vamos reforzando diferentes
valores, en convivencias, formaciones, encuentros, pascuas, experiencias en otras ciudades y para mí de momento la más importante son las colonias de verano en el mágico pueblo de Granada.
Por último destacar que somos muchos los que trabajamos en este equipo, cada uno desde su puesto, dando lo que tiene y sobre todo fiándose de Dios que es quien hace esta Obra.
¡Merece la pena! ¡Os animo a todos a seguir con este compromiso!