Te invitamos a que escuches el canon de la acción de gracias compuesto por Álvaro Fraile “quédate con nosotros” para estar unos minutos de oración personal. Relájate, ponte cómodo, escúchalo y sigue leyendo:
Sigue en calma, deja fuera nervios, prisas y agobios y simplemente descansa en Sus manos para leer esta lectura:
Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran. Él les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?» Él les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron». Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?» Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado». Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.
Deja que la Palabra resuene en tu interior durante unos minutos.
Luego haz eco de la frase quédate con nosotros, frase que le dijeron los discípulos de Emaús a Jesús y que se acerca mucho a las oraciones que los mártires de Sigüenza y Fernán Caballero harían en los momentos de miedo, de tristeza y desesperación previos al martirio. Ellos que no se diferenciaban mucho de ti, pues no estaban libres de temor, pero que sabían a la perfección que Su presencia lo cambiaba todo, sabían que Él sería su esperanza, el único capaz de darles un corazon valiente y fiel para caminar hasta el final.
Ahora díselo tú también a Jesús, pídele que se quede contigo, que el te acompañe en tu día a día, que como a los mártires sea tu esperanza y que en los senderos de tu vida te haga ser valiente y te haga tener un corazón fiel. Vuelve a escuchar el canon con el volumen un poco más bajo y ora con estas palabras.
Ahora no te conformes con sentirte en paz con la compañía de Cristo, pídele como en la canción que también sea “Luz de nuestra fe“, que el sea el motor de tu vida, que con esa luz puedas alumbrar a los demás con el mensaje del Evangelio. Ora con estas palabras, repíteselas varias veces: Sé luz de nuestra fe, luz de mi vida, luz para los demás…
Concluye esta oración dirigiéndote a María, maestra de los mártires y de tantos santos, para que ella también sea ejemplo de un SÍ radical en tu vida para seguir a Jesús. Acaba rezando un Ave María.