Muchas veces iniciamos una reunión entre APJ y nos ponemos rápidamente a trabajar pues… ¡el tiempo es oro! Con todo esto, podemos caer en la tentación de olvidarnos de lo que verdaderamente nos mueve y perdernos entre las prisas. Os dejamos esta guía que ha preparado Lucía de la parroquia del Pilar de Tenerife para realizar una oración antes de cualquier reunión de APJ:
SER OTRO CRISTO
Los APJ reciben una hoja en blanco en la que tienen que escribir su nombre. Después individualmente responden a la siguiente pregunta:
¿QUIÉN SOY?
Para hacerlo tienen 5 minutos, aproximadamente. La idea es que hablen de las cualidades que les diferencian de los demás, del sentido de su vida, de sus valores irrenunciables, sus normas de comportamiento autoimpuestas… en definitiva, de lo más esencial y singular de su persona.
Cuando terminen por separado, se ponen delante de un espejo y observan su propio rostro, pero en la base del espejo está escrita la siguiente frase de San Pablo:
No vivo yo, es Cristo quien vive en mí (Gal.2, 20)
Después vuelve a su sitio y observa de nuevo lo que ha escrito. Por el otro lado, hace el mismo ejercicio, pero respondiendo a la pregunta:
¿QUIÉN ES JESÚS?
Disponen, aproximadamente, de otros 5 minutos. A medida que vayan terminando, compartimos las conclusiones del tiempo personal.
El APJ también debe desaparecer, no debe destacar, no puede “mostrarse”. Esto es mucho más que simplemente no “predicarse a sí mismo”. Va mucho más lejos. Se trata de renunciar a tu propia esencia, tu propia personalidad, tus símbolos o signos, tus esquemas… y ser simplemente otro Cristo.
La oración termina con la proclamación de la siguiente lectura:
Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio! Si lo hiciera por propia iniciativa, ciertamente tendría derecho a una recompensa. Mas, si lo hago forzado, es una misión que se me ha confiado. Ahora bien, ¿cuál es mi recompensa? Predicar el Evangelio entregándolo gratuitamente, renunciando al derecho que me confiere el Evangelio. Efectivamente, siendo libre de todos, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más que pueda. Con los judíos me he hecho judío para ganar a los judíos; con los que están bajo la Ley, como quien está bajo la Ley (aún sin estarlo) para ganar a los que están bajo ella. Con los que están sin ley, como quien está sin ley para ganar a los que están sin ley, no estando yo sin ley de Dios sino bajo la ley de Cristo. Me he hecho débil con los débiles para ganar a los débiles. Me he hecho todo a todos para salvar a toda costa a algunos. Y todo esto lo hago por el Evangelio para ser partícipe del mismo.
1 Corintios 9, 16-23