El Cruzencuentro Vida con Vida en familia claretiana celebrado en Segovia fue una auténtica pasada, aquí os dejamos el testimonio de Ángela de Sevilla y el de Jorge de Málaga tras su paso por este encuentro:
Llevo varios días, desde que me pidieron el favor de escribir este testimonio, pensando en qué decir acerca de lo vivido en Segovia. Y, sinceramente, todavía no tengo en la cabeza las palabras exactas para definir esta experiencia. Pero no por nada en concreto, sino porque no creo existan palabras para explicarlo.
Y ya nos lo advirtieron: “Estamos preparando algo grande” decía el Equipo ¡y ya lo creo que era grande! Pero, ¿cómo me iba a imaginar yo que ese algo iba a ser tan grande? Íbamos con incertidumbre, sin saber muy bien qué nos iba a esperar en este Cruzencuentro… ¿Y qué nos encontramos? La gran, por supuesto, oportunidad de celebrar todas las vidas consagradas del mundo. Esas vidas que hemos bautizado con el nombre de “vidas con Vida”; pero Vida con mayúsculas. ¿Y cómo lohicimos? Saliendo a anunciarlas, haciendo saber al mundo lo Grande, también con mayúsculas, que es para el mundo la vida consagrada. “¿Y por qué?” se preguntaban algunos; o “No, no, a mí eso de curas y monjas no me va…” decían otros… Y ahora digo yo, ¿que por qué? Estas vidas con Vida, estas que Dios ha marcado de una u otra forma son, y os lo digo desde el corazón, vidas admirables. Han sido llamadas para una misión concreta en el mundo, no cualquiera, una que elige Dios únicamente creada, dibujada, como queráis decirlo, para él. También son vidas que lo entregan todo, y diréis “¿y qué ganan con eso?” Pues, valga la redundancia, todo. Porque lo dan todo, humildad y amor. Y no un amor de boquilla, un amor tan grande que es completamente universal, sin fronteras, un amor hacia Cristo y hacia el mundo entero.
Y creo que con esto queda ya más claro que, de verdad, hay vidas que también merecen ser celebradas.
Ángela Gil Sánchez-Carrasco
Sevilla
Tras casi 700km de viaje no sabía muy bien que esperarme. Uno se crea muchas expectativas durante las largas horas de viajes y es inevitable recordar experiencias pasadas en busca de la comparación.
Pero una cosa sí puedo decir con convicción. Durante toda la duración del encuentro no dejé de respirar VIDA en ningún momento. Y esto es gracias a todas aquellas personas consagradas que han hecho de este encuentro algo completamente especial.
Yo, como quizás muchas otras personas, tenía una idea preconcebida de que ser una persona consagrada suponía un gran sacrificio y un esfuerzo enorme. Pero en este encuentro he aprendido que se trataba de una idea errónea. Todas estas cosas que yo pensaba como sacrificios en realidad son regalos que Dios les ha hecho.
Y es que aunque este cruzencuentro haya sido algo breve, ha sido suficiente tiempo para poder observar a todos los consagrados que nos han acompañado durante el trascurso del mismo. Y me he llevado una gran sorpresa al darme cuenta de que son de las personas más felices que quizá haya conocido en mi vida, algo que demuestran en todo momento con todos sus gestos y acciones. Algo que cuando te fijas un poco es realmente obvio pero que muchas veces pasamos por alto.
Fue un fin de semana muy intensó, en el que en un corto intervalo de tiempo realizamos muchas actividades, conocimos a muchas personas y disfrutamos como niños. Pero sobre todo nos empapamos de la vida de todas estas personas e intentamos empapar a todo aquel que pudimos en nuestra salida por las calles de Segovia.
“Vida con VIDA” rezaba el lema del cruzencuentro. Es algo que resuena y resonará durante mucho tiempo dentro de mí. Y es que ojalá pueda experimentar en mi vida un ápice de la felicidad que las personas CONSAGRADAS reciben de Dios.
Jorge García Ruiz
Málaga