Tras la convivencia vocacional de diciembre, os presentamos los testimonios de Alberto, estudiante de 2º de Bachillerato del Colegio Claret de Sevilla, y María del Mar, almeriense que estudia 2º de Enfermería en Ceuta. Ellos comparten con nosotros lo que ese fin de semana ha significado en sus vidas y, sobre todo, ¡nos cuentan porqué tienen el Corazón Contento!
Alberto (2º de Bachillerato, Sevilla)
Para mí las convivencias vocacionales, junto con la colonias y los ejercicios espirituales, son experiencias que llevo viviendo ya unos años, y la verdad es que nunca me canso de hacerlo.
Aunque no sea mi primera vez, nunca dejan de sorprenderme estas convivencias, porque cada vez que voy descubro cosas que Dios quería decirme y que hasta entonces no me daba cuenta. Gracias a las convivencias vocacionales he descubierto una nueva puerta que Dios me ofrece y que siempre estará abierta: la vocación religiosa. Dios me llama a seguirle y, si bien es verdad que hay muchas formas de hacerlo, sea como sea he aprendido que tengo que dejarlo todo por Él.
Siempre que voy a estas convivencias es para encontrar mi vocación, obviamente por algo se llaman así… Pero en esta me he dado cuenta de que estoy tan agobiado pensando en lo que Dios querrá para mí y tengo tantas ganas de saberlo que no lo escucho cuando me lo dice. Por fin me he dado cuenta de que tengo que dejar a un lado los agobios del colegio, del conservatorio y de muchas otras cosas para poder fijarme bien en las cosas del día a día, que son los momentos donde me llama. Quizás no me dirá exactamente qué quiere de mí, pero con esas pequeñas experiencias de cada día me va dando pistas para poder llegar hasta ello.
También he aprendido que mi vida está llena de rebotes, que Dios no solo me llama a seguirle, sino que tengo que hacerlo con alegría, con una alegría que se contagie allá donde vaya, y muchas otras cosas que hacen que tenga que cambiar algunas cosillas de mi vida. Por ejemplo, como ya he dicho antes, tengo que ser más paciente y estar más atento a la llamada que Dios me hace, tengo que saber dejarlo todo (sobre todo las cosas que me impiden seguirle), tengo que vivir con más radicalidad su mensaje y tengo que dejar atrás el miedo porque, al fin y al cabo, lo que Dios quiere para mí es lo que me hará más feliz.
En definitiva, esta convivencia me ha ayudado mucho en mi seguimiento de Jesús, pero también me han surgido nuevas dudas que espero poder aclarar en la siguiente.
María del Mar (2º de Enfermería, Almería)
Realmente soy pésima para escribir y, cuando me encargaron esta tarea, respondí con un “no me podéis hacer esto”, pero pensándolo un poco es en estas cosas pequeñas como cambias tu vida.
Si algunos no me conocéis os pondré en situación, desde hace dos años estudio enfermería en Ceuta (sé lo que estás pensando y sí, Ceuta tiene universidad) así que por motivos de distancia, viajes etc…, no puedo ser partícipe de las muchas actividades que realiza el Equipo de PJV de Bética, pero sin embargo desde el primer momento en el que vi o, mejor dicho, desde que escuche “tengo el corazón contento” supe que quería ir.
Como en todas las convivencias te ríes, cantas, en mi caso te reencuentras con amigos que no ves, te intensificas…pero además de todas esas cosas caí en la cuenta de lo mucho que cambias cuando eres feliz de corazón.
Llegué con el propósito de poner en claro muchos aspectos de mi misma y centrar objetivos…no dejar sólo las cosas de boquilla sino ponerlas a prueba. Para mí, igual por estar más alejada de vivir y compartir mi día a día en comunidad, es bastante más fácil dejar a Dios a un lado y que otras cosas ocupen su lugar en el centro. La rutina, los estudios, el vivir sola puede derivar a eso. No son escusas, pero cuando te quieres dar cuenta ya Dios ocupa el quinto o sexto puesto en tus prioridades.
Así que me dediqué a pensar cómo hacer eso, cómo ponerme en acción…y sí, salí con ese concepto claro, y la verdad es que con mucho más. Por ejemplo, cómo he cambiado en este último año, cómo en estos momentos de mi vida puedo decir que el corazón no sólo lo tengo contento sino con ansias de más, ansias de compartir esa alegría, de entregarme en todo lo que haga, en todos los aspectos tanto para mí como para los demás. Dar amor incluso en aquello que más te cuesta porque es ahí donde más tienes que abrirte y en eso sí que soy realmente pésima.
Durante la convivencia estuve con chicos más pequeños que yo en edad y me vi reflejada en ellos durante mi bachiller; las dudas sobre qué carrera escoger, la nota de corte que necesito… Pase los peores años de bachiller que se pueden imaginar así que cuando me pidieron consejo sinceramente no tenía ni idea sobre qué decir. Me acuerdo que siempre me decían que me dejara llevar y odiaba esa respuesta. O sea, lo que necesitaba era que me dijeras adónde iba a parar, no que fuera donde me llevara el viento. Así que cuando me preguntaron, y a pesar de que en su momento lo odiara, solté lo mismo que me decían, sólo dejaros llevar y no tengáis miedo ya que nada de lo que vendrá es demasiado para vosotros.
Dejarse llevar es fácil decirlo pero complicado hacerlo, es abandonarte completamente a los planes de Dios, y eso desde la experiencia da mucho mucho miedo, pero todo el miedo que pasas tiene su recompensa. Al principio cuando ni aún había pisado Ceuta ya estaba planeando cómo pedir el traslado y aquí estoy haciendo mi segundo año…más feliz que una perdiz. A lo que me refiero es que no tengáis miedo a lo que vendrá ni interpongáis lo que vosotros queréis con lo que el Padre quiere de vosotros.
Y ahora de cara al futuro y con las cosas aprendidas en la maleta me dispongo a enfrentar mis exámenes de febrero, este mes me examino no sólo de mi carrera sino de mi vida. Es hora de poner todo lo aprendido en la mesa y tomar las cosas de frente, no huir de lo que no te gusta y taparlo con excusas. Con esto pongo fin a mi testimonio, y espero no haberme pasado con la tontería…Vuelvo a mi vida de estudiante en el África tropical con el corazón muy contento.