Comienza la cuaresma, un tiempo de preparación para la pasión, muerte y resurrección de Jesús. José Manuel Marín desde Sevilla nos trae esta oración para que la vivamos con intensidad:
Detente sólo unos minutos, deja de lado lo que estás haciendo. Acabas de empezar una travesía por el desierto, estás en el inicio: de lo que tú pongas y de lo que Dios haga en ti dependerán los frutos de estos 40 días que estás invitado a vivir con gran intensidad. Escucha a Dios que te quiere hablar desde la experiencia humana de nuestro hermano Jesús.
ESCUCHA
Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre.
El demonio le dijo entonces: «Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan». Pero Jesús le respondió: «Dice la Escritura: “El hombre no vive solamente de pan”».
Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: «Te daré todo este poder y esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá». Pero Jesús le respondió: «Está escrito: “Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto”».
Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: «Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden”. Y también: “Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra”». Pero Jesús le respondió: «Está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”». Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno.
(Lc 4, 1-13)
COMPRÉNDELE
Deja que penetre en ti la Palabra. Fíjate en la persona de Jesús, sé consciente de su debilidad humana en sus acciones: es “conducido”, “tentado”, “no comió nada”, “tuvo hambre”.
Siéntete en plena comunión con Él, con quien comparte tu fragilidad hasta el punto de haberla vivido en su propia carne. Jesús no sale igual que como entró en el desierto, sale más fortalecido. Nos recuerda que el desierto es un lugar de encuentro con Dios, pero lugar con unas características especiales. Profundicemos en ellas:
-Su clima desértico no lo hace óptimo para pasar unos días, con temperaturas extremas: muy altas por el día y muy bajas por la noche. Por eso es necesario saber de qué desprendernos para no asarnos demasiado y tener también lo justo para abrigarnos cuando anochece. ¿Qué me asa tanto y necesito retirar de mi vida? ¿Con qué abrigo mi corazón cuando pasa frío?
– Es un lugar muy seco, poco húmedo. Pero no olvides que podrás encontrarte oasis por el camino. Busca empaparte de Dios. Necesitamos beber mucho de Él en la oración y alimentarnos de su eucaristía. ¿Tienes sed de Dios?
– Los expertos del desierto son los nómadas. Ellos no tienen sitio fijo, comparten todo para sobrevivir. ¿Qué te hace acomodarte? ¿Eres generoso con tus hermanos?
– Tendrás espejismos, apariencias, como creerte que no necesitas transformar nada de tu vida. No dejes de tener una actitud humilde y de conversión. ¿Qué falsedades tienes en tu vida?
– No pierdas el horizonte. Es la esperanza de este desierto, el fin de la travesía, la Pascua. A eso te ayudará mucho la oración y la soledad que te proporciona el desierto. Retírate con Jesús. ¿Buscas soledad y silencio para Dios?
HÁBLALE
Jesús debe ser el espejo donde poder mirarse. Observa que Él nos invita al ayuno como ejercicio de caridad, para aprender a ser pobre con el pobre y ser capaz de renunciar hasta a lo que necesitamos cuando amamos. Con su corazón lleno de misericordia y paciencia espera que le cuentes todas tus inquietudes, angustias, miserias, debilidades, dudas. Si lo necesitas no dudes en ir a recibir su perdón en el sacramento de la reconciliación, te espera con los brazos abiertos para abrazarte.
DESCANSA EN ÉL
Olvídate de toda preocupación, Él está a tu lado siempre. No te abandona. Ahora sólo quiere que disfrutes de su infinito amor.